La Inquisición ofrecía mas garantías juridicas que los JVM

ESTADISTICA DE VIOLENCIA EN PAREJAS HOMOSEXUALES GAYS Y LESBIANAS: 1 DE CADA 3 SUFRE MALTRATO. La lésbica, la más violenta

In Corrupcion feminazi, Estadistica (datos estadisticos), Mujeres maltratadoras on 19 May, 2015 at 23:53

He aquí otro de los desmentidos de la ideología de género, que propugna el lesbianismo y la homosexualidad como el summum de las relaciones, en tanto que oculta que son precisamente en ese tipo de relaciones donde más violencia se genera y más se sufre maltrato psíquico y físico.


sábado, 15 de diciembre de 2012

VIOLENCIA DOMÉSTICA EN PAREJAS DEL MISMO SEXO.

Preámbulo.

La violencia doméstica en las relaciones heterosexuales es un problema grave; solo en los países desarrollados el 21% de las mujeres denuncian a sus esposos o parejas. Sin embargo, no solamente en las parejas o matrimonios heterosexuales la violencia va dirigida a la mujer, se han visto casos donde el hombre es el maltratado, no obstante en las investigaciones y discusiones clínicas la violencia doméstica contra los hombres es a menudo ignorada, porque las estadísticas son mínimas  ya que de cada 15 o 16 casos de violencia domestica contra las mujeres 1 es cometida contra el hombre. Estos estudios y trabajos de investigación también ignoran los casos de violencia doméstica en las relaciones gays y lésbicas.

Desgraciadamente, para los investigadores los gays no están íntimamente relacionados con amantes femeninos y las lesbianas con amantes masculinos por  lo tanto la adhesión al concepto de violencia doméstica implica que las lesbianas no pueden ser maltratadas porque no hay hombre para servir como autor de la violencia, y los hombres gay no puede maltratar o victimizar ya que no hay mujeres para servir como víctima. De igual manera para los agentes del orden o la ley en muchos casos la violencia entre parejas gays y lésbicas no son percibidas como violencia domestica pues al no existir en  muchos países la conceptualización de matrimonio gay u homosexual estas disputas son percibidas de otra manera y no pasan a existir o a sumar dentro de las estadísticas de violencia doméstica.

Igualmente, los pocos estudios que se han realizados sobre violencia entre las parejas gays y lésbicas han arrojado estimaciones más altas de violencia doméstica en este colectivo que en el colectivo heterosexual, no obstante muchos de estos pocos trabajos están viciados por la fuerte homofobia imperante y solo apoyan la visión binaria de la heteronormativa de que las relaciones gays y lésbicas son disfuncionales.

Por ejemplo, algunos estudios muestran que la prevalencia de asalto físico entre las mujeres que viven con parejas mujeres fue del 35,4%, frente al 20,7% entre las mujeres que viven con parejas masculinas. Sin embargo, las mujeres que vivían  con parejas femeninas provenían en más de un 10% de ser víctima de un esposo maltratador.  Realmente no se ha hecho un estudio profundo sobre la violencia doméstica en las parejas homosexuales que arrojen datos y conclusiones serias y reales, porque si bien la violencia doméstica existe dentro de la heterosexualidad, dentro de las relaciones gays y lésbicas también deben de existir, pero sus condiciones son distintas, pues tenemos diferencias sustanciales y por lo tanto los estudios e investigaciones deberían conocer y razonar a esas variables.

Por otra parte, en las sociedades patriarcales y falocentristas la mujer está más en riesgo de ser maltratada y abusada por un marido que por una pareja femenina, pues sabemos que en dichas sociedades la mujer es devaluada y se espera en muchos casos que el hombre se comporte violento y maltratador. Consecuentemente,  cabe esperar que los mayores índices de violencia ocurran dentro de las parejas heterosexuales que en las parejas lésbicas.

También es importante recalcar que en las parejas gays y lésbicas al ser conformadas por iguales (Hombre/Hombre y Mujer/Mujer), existe un grado de igualdad y las “fuerzas” están más equilibradas, pues no existe la dicotomía tan explícita de HOMBRE = PODER y MUJER = SUMISIÓN auspiciada y apoyada por la sociedad patriarcal. Con esto no quiero decir que todo es color de rosa dentro de las parejas homosexuales, existe también desequilibrios de poder, que van dados por otras razones, pero que sin embargo no están supeditadas a lo que se espera de un típico matrimonio heterosexual donde la regla es el marido dominante y controlador  y la esposa dócil y obediente.

Por otra parte es necesario aclarar que la violencia doméstica es la violencia, el maltrato, el abuso y el control. Y por lo tanto cualquier tipo de violencia o relación violenta es igual para una pareja heterosexual como para una pareja gay o lésbica, sin embargo el colectivo GLBT o mejor dicho las parejas lésbicas y de hombres gays no cuentan con la ayuda gubernamental o el apoyo social, religioso y legal con los que cuenta la pareja heterosexual.

Violencia Domestica Gay.

Muchos ven la violencia que ocurre en algunas relaciones de gays y lesbianas como “menos grave” que la violencia en las relaciones heterosexuales o sienten menos empatía por las víctimas homosexuales. Sin embargo, la violencia que los hombres gays abusivos infligen a las parejas de hecho no es menos grave que la violencia ejercida por los hombres heterosexuales abusivos en sus parejas. En estudio realizado por la misma comunidad gay en los Estados Unidos y otra realizada por Gregory S. Merrill y Valerie A. Wolfe auspiciada por  la Universidad de San Francisco coincidieron con poco grado de diferencia que el 79% de las víctimas homosexuales habían sufrido alguna lesión física, con contusiones con pérdida del conocimiento 60%, 23% lesiones en la cabeza, el 13% reportó sexo forzado con la intención de infectar a la víctima con el VIH, el 12% reportó huesos rotos, y 10% reporta quemaduras. Por lo tanto, la cuestión merece la misma atención en las relaciones homosexuales como en las relaciones heterosexuales.

En investigaciones anteriores a las realizadas por Merril y Wolfe  se encontraron que el 47% de la población gay encuestada que al menos un incidente de agresión física durante su relación más reciente. En un estudio paralelo, donde se encuestaron a 70 estudiantes universitarios varones gays y lesbianas  que el 18% de los hombres homosexuales y el 40% de las lesbianas fueron víctimas en una relación actual, mientras que 24% y 55% respectivamente, informó haber sido víctima de una relación pasada. En 1995 se hizo una investigación sobre violencia doméstica en una población exclusivamente gay de hombres blancos americanos en la ciudad de San Francisco, los encuestados incluyeron 393 hombres homosexuales y se encontró que 26,1% de los encuestados  habían sufrido de violencia en su actual o más reciente relación gay.

Si bien no hay suficientes estudios sobre la violencia doméstica del mismo sexo para establecer conclusiones firmes, los resultados preliminares sugieren una prevalencia comparable a la de las relaciones heterosexuales. En general, la violencia doméstica se ha definido como un patrón de conductas abusivas que ocurre dentro del contexto de una relación íntima por el cual una parte intimida, coacciona, limita y controla el otro. En este contexto, el comportamiento abusivo se refiere a cualquiera de una variedad de no consensuadas conductas que infligen intencionalmente o por imprudencia daño o posible daño o restringir la libertad. Las formas de abuso que son comúnmente se conoce en la literatura incluyen la violencia física, emocional, financiera, y el abuso sexual. Muchos investigadores señalan que en las relaciones caracterizadas por la violencia doméstica, las diferentes formas de maltrato ocurren simultáneamente.

La comunidad gay y lesbiana de los países desarrollados y en especial en aquellas naciones donde han alcanzado grandes avances en sus derechos civiles  están más dispuestos a discutir la violencia doméstica hoy en día, que en los países donde todavía existe una fuerte discriminación y marginación en el colectivo LGBT. No obstante en Estados Unidos y Canadá durante los años 1980 y 1990 la comunidad LGBT estaba cerrada a discutir la violencia domestica pues temía quedar mal en una sociedad ya homofóbica y quería ganar su lucha por sus derechos contra el heterosexismo, recordemos que los ochenta se caracterizó por la llegada del SIDA que perjudico fuertemente a nuestra comunidad gay. Si bien este argumento puede parecer anticuado, todavía  se sigue con esta preocupación  en la actualidad ya que todavía se lucha contra la heteronormativa y en especial por los derechos de adopción que quieren obtener el conglomerado LGBT.

Dicho esto, varios puntos deben tenerse en cuenta al tratar de comprender los datos sobre la violencia doméstica gay y lesbiana. Por ejemplo, sólo desde el año 1987 cuenta con estadísticas sobre la violencia doméstica gay y lesbianas. Las estimaciones son muy variadas y han cambiado considerablemente desde entonces, con números que van del 11% hasta el 46%, véase los siguientes gráficos:

En casi 30 años de estadísticas podría parecer ser un cuerpo lo suficientemente grande de números para sacar conclusiones sólidas, pero no es así. Hay varios problemas que deben ser tomados en consideración. Por ejemplo,  es que la violencia se haya denegado a las víctimas, o incorrectamente registrado como “combate mutuo”. La lógica detrás de esto es simple: si una comunidad se niega a reconocer las relaciones homosexuales, no puede reconocer la violencia en la relación.

Por otra parte, otro problema se refiere a la fuente de la muestra, por ejemplo algunos estudios no excluye el segundo socio de la relación. Estos estudios de hombres y mujeres  homosexuales de las muestras por lo general sólo están basados en la visión o de la victima o del agresor y esto por lo tanto puede desinflar o inflar los resultados o estimaciones.

Según Burke y Follongstand (1999) aseguran que muchos de los estudios se han tomado muestras de hombres de comunidades muy pequeñas o de los organismos que prestan servicios de salud mental, e introdujeron otros factores de confusión en cuanto a la representatividad de la muestra. Burke y Follongstand también señalan que algunos de los  estudios han realizado sus investigaciones en muestras poblacionales muy reducidas como sólo en los homosexuales de los clubes y bares y no se han realizado dentro de los hogares homosexuales.

Como se señaló anteriormente, los críticos de los gays y las lesbianas suelen utilizar citas de tasas más altas de violencia doméstica como “prueba” de que las relaciones gays y lesbianas son disfuncionales. Por un lado, como se señaló anteriormente, estos números pueden no ser exactos. Las investigaciones realizadas por Gardner (1989) mostraron una puntuación promedio para las parejas heterosexuales de 38,51 %, para las parejas homosexuales fue de 39% y para las parejas de lesbianas fue 40%. Por lo tanto, como se señaló anteriormente, hay alguna razón para creer que la incidencia de la violencia doméstica en las parejas de gays y lesbianas no pueden ser más elevada que en las parejas heterosexuales. Por lo tanto, las relaciones no violentas parece tan frecuente en la comunidad gay y lesbiana como en la comunidad heterosexual.

La estimación básica es que uno de cada cinco hombres homosexuales experimenta violencia doméstica o abuso. Sin embargo, esta cifra sigue siendo una aproximación y la realidad en gran parte es desconocida. La escasa investigación que ha examinado la dinámica de la violencia doméstica homosexual masculino (Merrill y Wolfe, 2000) ha encontrado que la mayor tipo de violencia son los empujones, forcejeo hasta llegar en menor grado a restricción, puñetazos o golpes y bofetadas. En esa misma investigación la investigación, los hombres gay victimizados han permanecido en esas relaciones abusivas por diferentes causas entre las que se encuentra la esperanza de cambio, el amor, el miedo, la falta de asistencia social, la soledad, la lealtad y la falta de conocimiento con respecto a la violencia doméstica.

Los hombres homosexuales que se enfrentan a la violencia doméstica para definir la violencia es similar al de las mujeres heterosexuales con un énfasis en el poder y el control, con algunos factores adicionales, como el control, la homofobia internalizada y los celos.

Por ejemplo, muchos estudios sostienen que los factores económicos del control de la mujer es mantener a las mujeres económicamente dependientes de sus esposos y por lo tanto vulnerable a la violencia. Estos mismos factores económicos también contribuyen a la falta de oportunidades de la mujer para escapar de la violencia. Lo mismo pasa en las relaciones gays, especialmente cuando las parejas son conformadas por hombres adultos solventes con jóvenes estudiantes y que aún no trabajan o porque sus familias (padres y a veces hermanos) dependen de la ayudad económica de la otra parte.

Según los trabajos realizados en las comunidades gays y lésbicas en los Estados Unidos y Canadá por organizaciones LGBT junto con otros organismos como  universitarios y de salud hacen un análisis e interpretación interesante sobre la prevalencia de la violencia doméstica en las parejas de homosexuales y se agrupan en catorce categorías:

1.- La dependencia financiera,

2.- Ingenuidad / inexperiencia.

3.- El amor.

4- La esperanza para el cambio.

5.- La soledad.

6.- El compromiso.

7. La dependencia emocional.

8.- La habilitación por el ciclo de la violencia.

9.- El miedo.

10.- La culpa.

11.- La baja autoestima.

12.- La atracción física.

13.- La dependencia física.

14.- Sentirse atrapado.

Por desgracia, las víctimas de violencia doméstica en las relaciones del mismo sexo no están recibiendo la ayuda que necesitan. Esto se debe a la falta de reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo, el fracaso de la aplicación de la ley a la identidad y manejar adecuadamente los casos de violencia doméstica que involucran a personas del mismo sexo, y la escasez de recursos disponibles para las víctimas de la violencia de pareja del mismo sexo doméstico.

Los legisladores y los proveedores de servicios sociales deben volver a configurar el modelo tradicional de la prevención de la violencia doméstica y el tratamiento para incluir a las personas involucradas en relaciones del mismo sexo.

Si bien las causas de la violencia domestica en heterosexuales y homosexuales son casi las mismas, la violencia doméstica en relaciones del mismo sexo se distingue en muchos aspectos de la violencia doméstica en las relaciones heterosexuales. Por ejemplo el agresor gay o lesbiana amenaza en ir de “excursión” a los sitios de trabajo de sus víctimas y contar todo a sus compañeros de trabajo, familiares y amigos. Esta amenaza es amplificada por la sensación de aislamiento extremo entre las víctimas gays y lesbianas, ya que algunos todavía están encerrados en closet u armarios.  O porque las víctimas tienen menos protecciones a los derechos civiles, y no tienen acceso al sistema legal.

Las víctimas gays y lesbianas son más reacias a denunciar el abuso a las autoridades legales. Los sobrevivientes no pueden comunicarse con las agencias de aplicación de la ley porque al hacerlo les obligaría a revelar su orientación sexual o identidad de género. De igual manera las víctimas gays y lesbianas también son reacias a buscar ayuda por miedo de mostrar una falta de solidaridad entre la comunidad gay y lesbiana. Del mismo modo, muchos hombres y mujeres homosexuales ocultan su abuso por miedo mayor que la sociedad percibe del mismo sexo relaciones como inherentemente disfuncional, por ejemplo al contarle a un familiar de su caso teme escuchar “te lo dije, eso es por ser maricón”.

Las víctimas gays y lesbianas tienen más probabilidades de defenderse que las mujeres heterosexuales. Esto puede conducir a la aplicación de la ley para concluir que la lucha era mutua, con vistas al contexto más amplio de la violencia doméstica y la historia del poder y el control en la relación.

Los abusadores pueden amenazar con quitarle a los hijos a la víctima. En algunos estados, las leyes de adopción no permiten padres del mismo sexo a adoptar los demás niños. Esto puede dejar a la víctima sin derechos legales. El abusador puede usar a los niños como medio para prevenir la víctima salir o buscar ayuda. Incluso cuando la víctima es el padre o madre reconocido legalmente, un abusador puede amenazar a la víctima con los trabajadores sociales hostiles a los gays y lesbianas, que pueden quitarle la custodia, y  en muchos casos, los niños pueden incluso terminar en la custodia del agresor.

Conclusión.

La violencia doméstica entre parejas del mismo sexo es un grave problema de salud pública. Las víctimas de la violencia doméstica de parejas del mismo sexo se enfrentan a su vez a la violencia psicológica de una sociedad heterosexista que no reconoce su problema. Tal vez la violencia doméstica en las relaciones gays y lésbicas presentan las mismas estimaciones estadísticas que las heterosexuales, pero las victimas homosexuales están desfavorecidas frente a las leyes excluyentes de la heteronormativa.

No obstante existen más víctimas gays y lesbianas de abusos domésticos que están reportando sus experiencias al público en general, que han permitido en ciertas sociedades que se les tome en cuenta  y que se analice y estudie la problemática de la violencia domestica entre parejas del mismo sexo, a su vez los organismos gubernamentales, aunque lentamente, están trabajando en dicho fenómeno social y ya han abierto oficinas especializadas en atender las victimas gays y lesbianas. Por otra parte, al ver una aceptación de las relaciones homosexuales, y al instituirse el matrimonio gay es más fácil dar un reconocimiento a la existencia de dicho problema.

Sin embargo, los obstáculos a la igualdad de trato para parejas del mismo sexo siguen siendo pocos y escasos. Los sobrevivientes de la violencia doméstica  en personas del mismo sexo pueden recibir el reconocimiento y la ayuda que necesitan con más investigación, una mejor formación de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, y más fondos para los programas pertinentes.

La violencia doméstica gay y lésbica existe… no seamos cómplice… denúnciala.

Bibliografía.

Brand, P., & Kidd, A. Frequency of physical aggression in heterosexual and female homosexual dyads. / En : Psychological Reports, 1986. 59, 1307-1313.

Burke, L. K., and Follingstad, D. R. Violence in Lesbian and Gay Relationships: Theory, Prevalence, and Correlational Factors. Clinical Psychology Review, 1999.  19(5), 487-512.

Coleman, V.E. Violence in Lesbian Couples: A Between Groups Comparison. – California : California School of Professional Psychology, 1990.

Gardner, R. Method of Conflict Resolution and Characteristics of Abuse and Victimization in Heterosexual, Lesbian and Gay Male Couples. – Chicago : University of Georgia, 1988.

Green, R. J. Rick and Resilience in Lesbian and Gay Couples. / En :  Journal of Family Psychology, 2004. 18(2), 290-292.

Meyer, J. Guess who’s coming to dinner this time? A study of gay intimate relationships and the support for those relationships. Marriage and Family Review, 1989. 14, 59-82.

Patterson, C. J. What Difference Does a Civil Union Make? Changing Public Policies and the Experiences of Same-Sex Couples. / En :  Journal of Family Psychology, 2004. 18(2), 287-289.

Solomon, S. E., Rothblum, E. D., and Balsam, K. F. Pioneers in Partnership: Lesbian and Gay couples in Civil Unions Compared With Those Not in Civil Unions and Married Heterosexual Siblings. / En : Journal of Family Psychology, 2004. 18(2), 275-286.

Fuentes de Internet.

Battered Gay Men: An Exploration of Abuse, Help Seeking, and Why They Stay

http://socialwelfare.berkeley.edu/Faculty/publications/gmerrill/Merrill_Battered_Gay_Men.pdf

Domestic violence between same-sex partners: implications for counseling.

http://new.vawnet.org/Assoc_Files_VAWnet/ImplicationsforCounseling.pdf

El colectivo homosexual denuncia que la actual Ley de Violencia de Género "no protege a todos por igual"

http://www.lavanguardia.com/ciudadanos/noticias/20090415/53681667483/el-colectivo-homosexual-denuncia-que-la-actual-ley-de-violencia-de-genero-no-protege-a-todos-por-igu.html

La violencia doméstica homosexual también existe

http://www.soitu.es/soitu/2008/01/08/actualidad/1199814518_009185.html

Violencia Domestica en Parejas Gays.

http://www.europacoaching.com.ar/2/index.php/novedades/255-violencia-domestica-en-parejas-gays

Violencia entre gays: la Ley de Violencia de Género no la previene.

http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=5424

Por Félix Esteves

http://minimosymaximos.blogspot.com.es/2012/12/violencia-domestica-en-parejas-del.html



 

VIOLENCIA EN RELACIONES DE PAREJA LÉSBICAS

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Por: CIPAC

Daria Suárez

María se mudo desde un pueblo pequeño a San Francisco en 1990 con la intención de vivir en libertad su lesbianismo. Allí conoció y se enamoró de una mujer varios años mayor que ella que la introdujo en un ambiente excitante lleno de lesbianas políticas y feministas, así como en ambientes de cuero, reuniones con mucha gente…un nuevo mundo para ella. Pocas semanas después de conocerse se fueron a vivir juntas y María se dio cuenta que su atenta novia se convirtió de repente en una mujer de celos obsesivos.

Si María hablaba con otra mujer, su pareja la agarraba del brazo y se la llevaba a casa. Allí muchas veces la amenazaba empujando y terminaba pegándole pequeños golpes que le dejaban el cuerpo lleno de cardenales. Después de esto, la novia de María se ponía especialmente cariñosa y le pagaba billetes de avión para que pudiera ir a ver a su familia. "Estaba constantemente asustada y herida, tanto física como emocionalmente". Poco a poco, María se convirtió en una prisionera en su propia casa.

Una noche, después de encontrar a María tratando de escapar, su pareja la golpeó fuertemente y la violó. Sólo después de tres intentos más logró escapar y aun ahora dice que muchas veces siente que su ex-pareja está detrás de la puerta.

1. La revista gay Advocate (USA) realizó una encuesta sobre violencia por parte de las parejas gay/ lésbicas. Sorprendentemente, o quizá no tanto, las respuestas se dividieron de la siguiente manera: contestaron que no un 67.8% y contestaron que sí un 32.2%. Esta es una cifra que debemos de tener en cuenta si tenemos conciencia de que muchos gays o lesbianas tienen dificultades para asumir que son maltratados por parte de sus parejas, y que en muchas ocasiones ni siquiera son capaces de reconocer ese maltrato, por lo que es factible que las cifras podrían sean mayores.

De acuerdo con cifras no oficiales en México, en una de cada cuatro parejas (25%) de mujeres se presentan situaciones de violencia doméstica. Al igual que entre las parejas heterosexuales, la violencia puede ser física, sexual, psicológica o patrimonial.

La violencia doméstica entre una pareja lésbica es cualquier situación que implique abuso verbal (insultos, desprecios, gritos, etc.), abuso psicológico (permanente culpabilización de la otra persona, manipulación, separación de la familia y otras), abuso financiero (la agresora se aprovecha del dinero, de los bienes o del trabajo de la víctima), abuso sexual (violaciones o imposiciones para realizar determinadas prácticas sexuales que la otra persona no quiere realizar), amenazas de cualquier tipo y por último, cualquier situación que implique control, dominio, humillación de la otra persona.
En todos estos casos, lo más corriente es necesitar ayuda para romper la convivencia y ayuda después para recuperarse. Son situaciones muy destructivas que implican gran sufrimiento. La recuperación de la persona agredida será más difícil y larga cuanto más sea el tiempo durante el cual conviva con quién la agrede y cuanto más tiempo transcurra hasta que se conciencie de que está siendo víctima de maltrato doméstico.

2. Para Jill Falk, investigadora de Mujeres Trabajadoras Unidas A.C. en México, y coordinadora de un proyecto para apoyar a las lesbianas con problemas intradomésticos, "la violencia doméstica es cualquier comportamiento que adopta una mujer para controlarte. Esto incluye daños físicos, sexuales o psicológicos o lo que te causa vivir con miedo. La amenaza es una forma de violencia. Las agresiones y el abuso sexual son las más obvias formas de violencia… pero la violencia y el abuso psicológico muchas veces son engañosos porque son difíciles de detectar y explicar, además de que se piensa que son ‘normales en una relación’".

En México, muchos de los casos de violencia entre parejas de mujeres se presentan por razones relacionadas con el entorno social: la crisis económica impone, quiérase o no, relaciones de dependencia y poder. Otros motivos por los que se presenta la violencia entre mujeres son el nivel académico distinto, el alcoholismo o la adicción, la religión, la pérdida gradual de individualidad y el grado distinto de "desclosetamiento" (asumir o no públicamente el ser lesbiana) de cada una de las personas involucradas en la relación.

"Aunque existe la creencia de que las relaciones homosexuales son más inestables que las heterosexuales, también entre las mujeres se construyen relaciones de fuerte dependencia. Cuando se da una relación violenta entre dos mujeres, sin embargo, hablarlo es mucho más complicado que cuando eso sucede en una pareja heterosexual".

Jill Falk explica que la idea del viejo feminismo de que las mujeres no son violentas, y la creencia lesbiana de que entre las chicas todo va a ser mejor porque son mujeres y "lo natural" es que no se hagan daño y todo sea parejo, impide a muchas parejas inmersas en una dinámica de agresiones físicas o psicológicas hablarlo, aun con otras lesbianas, y hacer algo para resolverlo.

"Partimos del supuesto de que las mujeres somos tradicionalmente subordinadas y agredidas por la sociedad, lo que automáticamente hace que en una relación de pareja entre mujeres no haya violencia porque somos iguales, somos buenitas. Y pues eso no es cierto", dice Yolanda Ramírez.

Para la comunidad lésbica representa una especie de traición el que una pareja de mujeres salga, al mundo heterosexual, y hable de esos problemas. "Algunas lesbianas temen que al discutir o reconocer la violencia en las parejas pueda alentar los prejuicios y la lesbofobia en la comunidad heterosexual y reforzar el estereotipo de que las lesbianas son enfermas y las relaciones entre personas del mismo sexo son inestables. De hecho, las víctimas muchas veces temen buscar ayuda por el temor al rechazo y a ser estigmatizadas por la comunidad heterosexual o por temor de ser rechazadas o estigmatizadas por la propia comunidad lésbica", explica Falk.

3. A pesar de que algunos casos de violencia entre gays y lesbianas llega al asesinato, ésta no es noticia ni dentro de la comunidad ni fuera de ella. Mientras los asesinatos homófobos de gays y lesbianas atraen siempre un interés inusitado por parte de los medios de comunicación, la violencia doméstica sufrida por gays y lesbianas es invisible y en parte un tema tabú para los medios, y más aun para los medios gays. Los especialistas que trabajan en la prevención de este tipo de violencia hacen hincapié en que es muy difícil prevenirla porque, habitualmente, los gays y lesbianas no quieren ni oír hablar de ella.

Los que la sufren se avergúenzan, si es que son conscientes de su situación. Es una violencia tan invisible que piensan que no les pasa a nadie más. Suelen sentir vergúenza, además, porque es una violencia que proviene de una persona que es su igual (no como ocurre en el caso heterosexual); que es un hombre como él o una mujer como ella, por lo que la víctima suele sentirse avergonzada por no ser capaz de detener a su agresor o de defenderse. Además, estas situaciones son difíciles de reconocer como "violencia doméstica" por parte de la víctima por el prejuicio que dice que esta violencia se da siempre cuando hay un hombre y una mujer implicados.

Otra razón de la invisibilidad de este tipo de violencia es que los gays y las lesbianas creen que hacer público que en sus relaciones también pueden existir la violencia, el abuso, la humillación etc, sólo concitará sobre ellos aun más homo/lesbofobia. Muchos piensan que es obligación de la comunidad gay-lesbiana ofrecer a la opinión pública una imagen idílica de las relaciones homosexuales.

4. Otra de las barreras que se interpone entre la víctima y la denuncia es el miedo a que, al poner una denuncia por maltrato, su orientación sexual quede al descubierto. El miedo a salir del "closet" públicamente por una parte, así como el miedo a que a causa de su condición homosexual la policía o bien no le haga caso, o bien se burle o a su vez le maltrate, son causas todas ellas de ocultamiento de la realidad. En Costa Rica, existen grupos de apoyo y terapias individuales que tratan el problema de la agresión, comunícate con organizaciones de mujeres que trabajen la temática de la violencia doméstica, (CEFEMINA, Oficinas de la Mujer y otras) ellas sabrán referirte y aconsejarte.

También puedes acudir a la policía si estás siendo maltratada y tu integridad física está comprometida, recuerda que hay líneas de atención inmediata a la mujer agredida, como lo es la línea 800-300-3000 y la línea de emergencias 911, cuando llames a esta última, solicita que también te comuniquen con la línea del INAMU, para mayor seguridad de ser atendida sin discriminación o lesbofobia.

¿ Como reconocemos el ser agredidas ?

  • ¿ Nuestra compañera nos persigue todo el tiempo ?
  • ¿ Nos acusa constantemente de infidelidad ?
  • ¿ Se opone a nuestras relaciones con familiares y amistades ?
  • ¿ Nos prohíbe trabajar o estudiar ?
  • ¿ Nos critica por cosas pequeñas y sin importancia ?
  • ¿ Se pone iracunda fácilmente cuando bebe o consume drogas ?
  • ¿ Controla tus finanzas y te obliga a darle cuentas en detalle de tus gastos ?
  • ¿ Te humilla delante de otras personas ?
  • ¿ Destruye tu propiedad personal y objetos de valor sentimental ?
  • ¿ Te amenaza con hacerte daño ?
  • ¿ Te obliga a tener relaciones o practicas sexuales contra tu voluntad ?
  • ¿ Te golpea, empuja o lastima físicamente ?

Ten presente que nadie tiene derecho a hacerte daño, detén de inmediato cualquier indicio de maltrato, aunque este sea de palabra y no creas que se convertirá en hechos, debes dejar claro que NO tolerarás ningún daño, sea este físico, psicológico o material.

 

http://www.cipacdh.org/cipac_articulo_completo.php?art=13



 

La violencia en las parejas lesbianas

La violencia en las parejas lesbianas

MIÉRCOLES, 10 DE SEPTIEMBRE DE 2008

 

Resumen del estudio Élargissement du cadre d’analyse féministe de la violence domestique masculine à travers l’étude de la violence dans les relations lesbiennes (Ampliación del cuadro de análisis feminista de la violencia doméstica masculina a través del estudio de la violencia en las relaciones lesbianas) de Vanessa Watremez

Primera constatación : no se dispone de ninguna estadística fiable. En efecto las estadísticas sobre la violencia en las parejas lesbianas varian entre 11% y 60 %. Eso muestra que lo que se busca ya sea minimizar y negarla, o ya sea a aumentarla. Además, la invisibilidad social de las lesbianas ne facilita la constitución de estadísticas fiables.

Vanessa Watremez insiste en un punto importante ; tomar en cuenta la realidad de la violencia lesbiana esto es mostrar que la violencia no es exclusivamente masculina. Esto desmonta el mito de la violencia masculina intrínseca.

La autora vuelve de nuevo entonces sobre la noción de genero para explicar la violencia de ciertas mujeres. La mujer de clase "masculina" puede entonces volverse violenta en su pareja.

Daniel Welzer-Lang que ha trabajado sobre las mujeres violentas en las parejas heterosexuales dice así : "Las mujeres violentas que nosotros hemos presentado con el masculino, el poder en su pareja, allí donde los hombres golpeados representan lo femenino. Las violencia que ellas utilizan tanto en su simbólismo, las formas y su definición son unas violencias masculinas domésticas. El binomio de la violencia, la doble definicion de la violencia masculina doméstica y el mito que las legitima se aplican en la totalidad de las violencias estudiadas, sean cuales sean las categorías sociales de los dominantes y de los dominados : hombres, mujeres, niños. El mito de la violencia masculina doméstica es independiente del sexo biológico de la persona violenta. Pero no hablar que unos hombres violentos y negar asi las mujeres violentas, corresponde a una de las formas actuales del mito. Eso acredita la tésis sobre la naturalidad de la violencia de los hombres y evita presentar la violencia masculina doméstica como un fenómeno social." (1)

Hago un breve apartado para explicar que este texto – y mi resumen – no tienen como objetivo minimizar la violencia contra las mujeres, pero queremos mostrar que la violencia es una construcción social y no natural. La autora subraya que los hombres son más violentos que las mujeres porque hay con frecuencia una adecuación entre le género y el sexo. La violencia es masculina (de clase masculina) y no sexual. Mostrando que ella existe entre las lesbianas, la autora hace la demostración: "Esta perspectiva permite desmontar la naturaleza de sexos. No rendir cuentas de la violencia en las relaciones lesbianas, esto es sostener la naturalidad de la violencia de los hombres. Esto es ocultar el sistema que la construye y la sostiene."

Vanessa Watremez precisa que esta violencia puede también ser debida a la lesbofóbia social.

Se puede constatar una diferencia entre las violencias hombre/mujer en una pareja heterosexual y mujer/mujer en una pareja homosexual. La violencia que ejerce el hombre no es que la mantengan unos privilegios que quieren los hombres individualmente y colectivamente (en tanto que grupo dominante). De hecho, una mujer que parece poner en tela de juicio el orden establecido debe ser remitido a su sitio para evitar que este orden no falle. Allá interviene la violencia.

Entre las lesbianas, se ve bien que no haya mantenimiento de privilegios colectivos por la violencia. La violencia ejercida es por tanto al solo beneficio de la mujer violenta : "Desde un punto de vista social, importa subrayar que la violencia entre lesbianas no es una violencia sistemática: es un medio de asegurar el control personal de una individua sobre su compañera. Ella no está sostenida y reforzada por el matrimonio y la familia, la dependencia económica, la división sexual del trabajo, la desigualdad salarial estatutaria entre los sexos y un sistema judicial más tolerante hacia el agresor. Ella no está fomentada directamente por la televisión, el cine, la pornografía. La violencia de los hombres hacia las mujeres, si." (2)

La autora señala que el outing o la puesta a prueba pueden influir en la violencia en la pareja. Seentirse amenazado de outing puede ser un elemento conductor a la violencia ; y solo la sociéedad lesbófoba es responsable de esta. De la misma forma, la puesta a prueba conduce a las parejas lesbianas a esconderse de la violencia exterior que pueden retraducir en su pareja.

La lesbofóbia interiorizada es también una de las posibildades de acciones violentas.

a autora hace un apartado sobre el sistema heterosocial y la binaredad : "Así, se podrá calificar este sistema heterosocial como siendo el sistema que produce el género para producir yt naturalizar a su alrededor el sexo – este sistema produce las categorias binarias hombre/mujer, homosexualidad/heterosexualidad. Reposa sobre la bicategorización y la bipartición y es constitutivo de una sola norma posible. Este sistema heterosocial es entonces una presión social y un condicionante a la normalidad y se impone como siendo lo más natural e ideal. Remite a los hombres y a las mujeres (que produce) a esta norma, modelos y redes de analisis binarios asi propuestos. Creerse hombre o mujer, es creerse en unas categorias ideologicamente construidas y que nosotros hemos preconcebido. Este sistema político ha construido los informes desigualitarios entre los sexos y así, la dominación masculina. Lo que impide, esto es que este sistema formado por los hombres y las mujeres, los heterosexuales y homosexuales ; que está en la base de la construcción de los informes sociales de sexo tales que aparecen hoy día. En efecto, este sistema es una configuración reciente tal se presenta hoy. Las representaciones de los géneros y de los sexos no has sido siempre las mismas (Thomas Laqueur : el paso del modelo de un sexo al modelo de dos sexos en el siglo XVIII)."

El sistema heterosexual produce unas jerarquías que entrañan la violencia. Interiorizar este sistema, "heteronormalizar" eso es integrar esta violencia y poderla reproducir ; esto hacen las lesbianas violentas.

Se jugaría por tanto en estas parejas a las mismas relaciones de poder que las creadas por la sociedad heterocentrada. Escaparse de la influencia de esta sociedad es en efecto casi imposible.

Los estereotipos

– la no violencia femenina : Mostrar la violencia femenina es romper el sistema heterosocial puesto que se pone en tela de juicio la jerarquizacion : mujeres pasivas, amables/hombres dominantes, brutales. Es así mostrar que las mujeres no son una clase única y que el género se construye socialemente de diversas formas.

– el amor o abnegación : Se enseña a las mujeres a ser dependientes, amorosas hasta la abnegación. Pedir o intentar la autonomía es volver a poner en tela de juicio el sistema heterosocial ; el hombre lo remedia entonces por la violencia. Las lesbianas violentas apoyan entonces este sistema y le dan una legitimidad mayor en vez de valorar la autonomía.

– la pareja y sus componentes : En una sociedad heteronormalizada, la pareja debe funcionar de la siguiente forma : "relaciones de dependencia, de fidelidad, de subordinación, de dominación y de "apropiación". La pareja no es más que la cristalización de informes sociales heteronormalizados. La violencia sirve para reafirmar esta complementariedad y las lesbianas no son evidentemente insensibles al modelo impuesto.

El sistema heterosocial se apoya en el género y no en el sexo : "A través del estudio de las variedades que habían en las relaciones sexuales con una persona del mismo sexo pero de género opuesto, constatamos que « la bipartición del género (la diferencia heterosocial) basta para responder a la norma heterosexual."

Así, el sistema heterosocial puede continuar hasta perdurar pero reposa en el género y revela así muy bien su particularidad de ser : la jerarquía preexiste en el sexo, no hay una predominancia del sexo sobre el género, en la base no hay dos sexos que construirían dos géneros. Es esta jerarquización que preesiste y que produce la diferencia de los sexos.

La violencie en las lesbianas no significa entonces una extinción de este sistema que continúa para evolucionar independientemente.

Conclusión

Imaginamos una sociedad que no sería organizada por un sistema heterosocial : esta sociedad no sería construida sobre los valores masculinos o femeninos pero bajo otros valores y este sistema no produciría más la ideología del amor romántico, no prescribirá nunca la inscripción de las relaciones bajo el modelo de la pareja tradicional binaria, entonces no debería hacer posible la violencia en las relaciones binarias pues estas últimas no existirían.

Mathilde

Notas :
1. Welzer-Lang, Daniel. 1996. Les hommes violents. Indigo & Côté-femmes éditions.
2. Demczuk, Irène. 1993. La violence entre femmes ; une violence non-systèmique. Article soumis pour publication à la revue Labrys.
3. Mathieu, Nicole-Claude. 1991. L’anatomie politique, Catégorisations et idéologies du sexe. Côté-Femmes.

PUBLICADO POR LIVIA Y SALVA EN 23:44

ETIQUETAS: MALTRATO FAMILIAR

 

http://contraelmaltrato.blogspot.com.es/2008/09/la-violencia-en-las-parejas-lesbianas.html

 



 

22/03/2006 – Homosexualismo político

Violencia entre gays: la Ley de Violencia de Género no la previene

El 32% por ciento de las parejas de gays y lesbianas han sufrido violencia de pareja, según la revista gai ‘Advocate’

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Un homosexual maltrata a otro. Una lesbiana, a otra. Es difícil denunciarlo: has de contar las vejaciones, ataques, tu vida sexual… y además, al ser un hombre contra hombre o mujer contra mujer, se acaba apreciando como una lucha entre iguales. No es fácil convencer de que eres una víctima.

Ahora los gays se quejan de la muy progresista Ley Integral contra la Violencia de Género.

"¿Género? ¿Por qué no hablar de violencia de pareja? Se trata de una normativa elaborada desde el sexismo feminista; de proteger a la mujer por encima de todas las cosas, dejando de lado otros tipos de violencia entre personas con relaciones sentimentales, sexuales y afectivas. El resto de modelos de convivencia están desprotegidos", señala taxativamente el presidente de la Asociación de Gais y Lesbianas de Cantabria (Alega), Regino Mateo, entrevistado en EL DIARIO MONTAÑÉS (19/03/06).

Y es que en Santander se ha presentado una denuncia de un homosexual contra su compañero sentimental por malos tratos. La primera en España. Es violencia doméstica, pero no puede acogerse a la Ley de Violencia de Género porque no son de sexo distinto.

"En Cantabria -aclaran desde la Guardia Civil- no existe ni un sólo centro de acogida para hombres, así que en el caso de necesitarlo no podrían hacer uso de la garantía que ofrece la Ley Integral de Violencia de Género para las mujeres". Lo mismo se podría decir de un abuelo que quisiese huir de sus hijos o nietos maltratadores.

Relaciones violentas

Según el sexólogo cántabro Carlos San Martín, "el 32,2 % de las parejas de gais y lesbianas admiten haber sido víctimas de violencia por parte de su pareja, según un estudio de la revista gai Advocate, cuya estadística es plenamente extrapolable a la comunidad homosexual en España. El problema radica en el escaso número de denuncias, y en la dificultad de establecer los roles de ‘agresor-víctima’ a nivel legislativo, a pesar de que éstos entre los gais y lesbianas también existen".

El estudio Greenwood et altri, realizado en el año 2002 a un total de 3.700 hombres homosexuales estadounidenses, puso de manifiesto con especial crudeza que dos de cada cinco personas encuestadas habían sufrido en alguna ocasión algún tipo de maltrato físico en sus relaciones de pareja.

Violencia doméstica

En 2002, la Traditional Values Coalition publicó en EEUU un informe recopilando datos sobre violencia doméstica ("Domestic Battering"). Había bastantes datos sobre la violencia entre homosexuales y lesbianas, más alta que en parejas heterosexuales.

Según las estadísticas del FBI de 1999, en EEUU se produjeron 1.317 incidentes de agresiones entre homosexuales, desde el asalto hasta las injurias graves.

También en 1999, según datos de la Coalición Nacional de Programas Antiviolencia, hubo 3.120 incidentes de violencia doméstica homosexual registrados en San francisco, Nueva York, Chicago, Boston, Los Ángeles, Colorado, Cleveland y Columbus.

También en 1999 la revista Clinical Psychology Review revisó 19 estudios sobre violencia doméstica homosexual: el 28% de las parejas homosexuales de ambos sexos registraron violencia física; en concreto se registró violencia en el 48% de las parejas lesbianas y en el 38% de las parejas de varones. En un estudio sólo de parejas lesbianas, se registraban maltratos psicológicos entre un 73% y un 90% de las parejas. Más de un 30% de las lesbianas habían estado en una relación donde al menos había sucedido una agresión física.

Otro informe importante es el de los National Institutes of Health del año 2000: “los convivientes del mismo sexo registraron una violencia con la pareja íntima significativamente mayor que los convivientes de sexos opuestos”. El 39,2% de las lesbianas declaró haber sido agredida físicamente, acosada o incluso violada por su pareja del mismo sexo. Entre los varones homosexuales, un 15,4% admitió haber sufrido estas actividades.

Se trata, pues, de un fenómeno muy extendido, que muchos pueden ligar a otros hábitos propios del estilo de vida gay, como la falta de compromiso,  inmadurez psicológica, relaciones emocionalmente dependientes, depresiones, promiscuidad, etc…

http://www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=5424

 



Maltrato entre lesbianas: la violencia invisible

 on 25 noviembre, 2013 at 0:10

Hoy, con motivo del Día Internacional contra la Violencia contra la Mujer, Lucía Etxebarria (@LaEtxebarria) escribe para MíraLES un estupendo artículo sobre las relaciones tóxicas, cómo detectarlas y cómo salir de ellas. Que lo disfrutéis.

mirales.es

La Audiencia de Cantabria determinó en el año 2010 que los malos tratos de una mujer a otra no pueden ser calificados como “violencia de género” a la hora de dictar una condena, aunque la agredida sea su esposa o pareja, porque el Código Penal reserva esa modalidad agravada para la violencia de un hombre contra una mujer.

Contestaba de este modo la Audiencia al Juzgado de lo Penal número 2 de Santander, que en el 2009 condenó por violencia de género (artículo 153.1 del Código Penal) a una mujer que había maltratado a su esposa. En una sentencia que fue aplaudida por asociaciones de homosexuales, pero que fue criticada por el Gobierno y por otros magistrados y fiscales especializados en este tipo de delitos.

La Audiencia concluía que, de acuerdo con la ley, el delito de violencia de género sólo lo puede cometer un hombre contra una mujer que sea o haya sido su pareja, “de ahí la denominación de violencia de género”.

Con esa salvedad, el tribunal insistía en que, si el autor de la agresión es una mujer, “se aplicará siempre el artículo 153.2 (violencia doméstica), aunque la víctima sea su esposa o mujer ligada por análoga relación de afectividad”.

Esta sentencia nos deja claro un problema que tienen muchas lesbianas implicadas en una relación tóxica. El hecho de que, para la sociedad, si una mujer agrede a otra física o psicológicamente, en realidad no se puede hablar de una agresión, sino que se trata de “una cosa entre chicas”, “una pelea doméstica”. Algo sin riesgo ni importancia, en cualquier caso. La idea generalizada que impera en nuestra sociedad es la de que la violencia en las relaciones lésbicas es superficial, una conducta desagradable sin mayores consecuencias.

Esta idea de que la violencia entre lesbianas es una cuestión sin importancia, una pelea de patio de colegio, una tremolina trivial en la cual ambas partes intervienen es falsa y pone en grave peligro a las lesbianas maltratadas. Es vital que las lesbianas tomen conciencia de que también pueden ser maltratadas para no banalizar sobre un tema tan serio.

Primero, tenemos que aclarar qué constituye un maltrato. Una sola agresión, un solo acto de violencia, no es un maltrato. Es una agresión. El maltrato es un patrón repetido de violencia, sea física o psicológica, cuyo resultado es un incremento del control que la agresora ejerce sobre la agredida.

mirales.esEs decir, por ejemplo, si Laura vive con Elisa y Elisa monta una bronca tremenda, a grito pelado, cada vez que Laura se queda a tomar cañas con sus colegas de oficina después del trabajo, la parte atacada (Laura) comienza a temer a la violenta (Elisa) y de esta manera la atacada modifica su conducta y sus deseos. Es decir, Laura deja de tomar cañas después del trabajo no porque le apetezca ir a casa, sino porque teme la bronca. Elisa monta las broncas como instrumento de control. Y esas broncas repetidas una y otra vez son un maltrato psicológico. Porque los gritos dañan, y las cosas se pueden y se deben negociar y pedir con educación, e incluso se puede y se debe aceptar que nuestra pareja puede tener deseos y necesidades que no coincidan con los nuestros, y el amor también consiste en aceptar la diferencia. Al contrario, intentar imponer por la fuerza nuestros deseos sobre los de la pareja es un maltrato.

Es decir: si la víctima, intencionadamente, mantiene un repertorio de conductas que no quiere mantener sólo porque le sirven para evitar la violencia, entonces está siendo maltratada.

Al igual que los hombres que maltratan, las lesbianas que lo hacen buscan lograr, mantener y demostrar poder sobre sus compañeras con el fin de maximizar la rápida satisfacción de sus propias necesidades y deseos. Las lesbianas maltratan a sus compañeras porque la violencia, sea física o psicológica, constituye un método efectivo para obtener control y poder sobre las personas cercanas. Y por ninguna otra razón. No porque “estén muy enamoradas”, “tengan celos”, “tengan miedo”, “estén pasándolo muy mal en el trabajo”, “sea su carácter”, o “no sepan controlarse”. Y desde luego, jamás, porque su pareja les provoque o tenga la culpa. Elisa grita porque quiere, porque elige hacerlo, porque quiere controlar a Laura, no porque Laura llegue tarde o porque Laura no tenga derecho a seguir con la misma rutina inocente que tenía antes de conocer a Elisa.

Los hombres maltratan porque la violencia, por lo general, les proporciona un control inmediato y total sobre sus compañeras, porque la violencia maximiza el poder que tienen sobre los eventos de su vida familiar, porque aterrorizar a la receptora de su violencia les hace sentir fuertes y poderosos y porque saben que las consecuencias posteriores van a ser relativamente insignificantes.

Por las mismas razones maltratan las lesbianas.

Pero no todas las lesbianas que tienen poder maltratan y no todas las que maltratan tienen poder.

Una agresora elige maltratar. Es una elección personal. Podría elegir no hacerlo. Si lo hace, es porque obtiene resultados. Porque consigue lo que quiere.

Por eso Elisa grita, porque sabe que Laura no soporta los gritos. No porque esté muy estresada en el trabajo, ni porque Laura le saque de quicio, ni porque Elisa esté muy enamorada y tenga celos. Grita porque así consigue lo que quiere. Y punto.

mirales.esMuchas lesbianas que maltratan demuestran una fuerte capacidad para coaccionar e intimidar, de tal manera que las amigas de la pareja o las integrantes de su comunidad lésbica de referencia a veces le dan la razón o tratan de tranquilizarla para ahorrarse problemas innecesarios. Es decir, tratan de apaciguarla para evitar la confrontación con ella o que las humille. Actúan pues siguiendo el mismo patrón que la pareja maltratada. Elisa no es particularmente fuerte, de hecho es bajita y gana menos que Laura, pero grita más y es más pesada e insistente. Así que con tal de no escucharla, se le da la razón como a los tontos. Y las amigas de Laura le dicen eso de “no es para tanto”, “ya sabes cómo es ella”, “bueno, en el fondo es buena chica”. Y Laura se siente cada vez más pequeña, más sola y más insignificante.

Pero si Elisa se llamara Eloy y Laura les contara a sus amigas que Eloy le grita cuando llega a casa, todo el mundo diría que Eloy es un maltratador. De forma que si Laura fuera heterosexual estaría más apoyada en una situación tan desagradable que siendo lesbiana. ¿No es paradójico?

Ya sea que la bronca esté presente o no, eso no elimina la capacidad de la maltratadora para elegir la violencia como táctica de control. A veces Elisa no grita, pero Laura se sigue sintiendo mal. Ha dejado de hacer algo que le gustaba, y ha dejado de hacerlo por miedo, no por propia elección, ni siquiera por amor.

Algunas lesbianas maltratadoras suelen decirles a las lesbianas maltratadas que su problema radica en que no saben comunicar sus necesidades y sentimientos, que no saben expresarse. Aseguran que gritan porque “se ponen muy nerviosas”, como si su violencia fuera el resultado de su frustración, y no una táctica de control. Es falso.

Lo que subyace aquí es la idea errónea de que una mejor comunicación produciría una mejor comprensión de las necesidades y sentimientos que, a su vez, redundaría en la pareja. Así que cuando la maltratada escucha esta estupidez, siente pena por la maltratadora y aún se esfuerza más en hacerle sentir bien a la maltratadora. Se da por sentado que la maltratadora es una persona cuyas necesidades no están siendo comprendidas y que la maltratada tiene la responsabilidad de hacer un esfuerzo adicional para comprender a su pareja. Pero su pareja la manipula.

Muchas maltratadoras son excelentes para comunicarse. Son controladoras habilidosas y sofisticadas. Elisa, por ejemplo, es comercial y en su trabajo es una chica simpatiquísima y amable, una de las estrellas del equipo de ventas. En su entorno laboral, por supuesto, no grita a los clientes, porque perdería las ventas. Sabe controlarse cuando quiere. En la oficina, controla su ira y su mal humor. No se controla con Laura porque sus broncas dan resultado. No porque no pueda hacerlo. Para colmo, Laura tiene la idea de que si Elisa es tan buena en su trabajo y se lleva tan bien con sus compañeros es porque Elisa es una maravillosa persona, y de que si Elisa le grita a Laura y sólo a Laura es por culpa de Laura, y no porque Elisa esté maltratando. “Algo debo hacer mal ―piensa Laura― si todo el mundo quiere tanto a Elisa, si no tiene problemas con nadie más que conmigo”.

Llega un momento en el que Laura se cansa de los gritos de Elisa y, harta, explota ella a su vez. Entonces Elisa vuelve a manipular y acusa a Laura de ser una histérica, una loca, de perder los papeles. Elisa piensa que ella grita porque Laura llega tarde, ergo la culpa de todo la tiene Laura. Por lo tanto, dado que una lesbiana maltratada puede haber usado la violencia contra su pareja y dado que la abusadora está convencida de que la víctima es responsable de los abusos que sufrió (es decir, según Elisa, ella grita porque Laura llega tarde, y sus gritos están justificados), no debe sorprendernos que muchas lesbianas maltratadas se sientan confundidas la primera vez que acuden a una consulta de un psicólogo/a para liberarse de la violencia y para iniciar una nueva vida fuera del control de su pareja. No es raro que muchas maltratadas se vean a sí mismas como maltratadoras y víctimas a la vez.

Cuidado: Lo tramposo de este asunto es que las maltratadoras también se consideran víctimas. Se mienten a sí mismas, y se niegan a reconocer su verdadera naturaleza.

Si estás leyendo este artículo y tu pareja:

  • Espía tu teléfono móvil o tu buzón de correo electrónico.
  • Te grita a menudo.
  • Te descalifica llamándote loca, histérica, mala persona, tonta, puta, mentirosa… O cualquier insulto de cualquier tipo.
  • Si te culpa a ti de cómo se siente ella, en lugar de simplemente saber decir “yo me siento así”. Si nunca dice “yo me siento así” y recurre al “tú me haces sentir así” para colocarte a ti en el rol de la culpable.
  • Si nunca jamás te dice “lo siento”.
  • Si critica a tu familia, amigos, compañeros de trabajo o ex parejas, a la gente a la que quieres y te enfrenta con ellos.
  • Si recurre a la violencia psicológica para conseguir que dejes de hacer cosas que hacías antes, como salir sin ella, hacer actividades sin ella, viajar sin ella, quedar con tu familia o amigos sin ella…
  • Si de alguna manera consigue ―mediante gritos, lloros, chantaje emocional o cualquier tipo de manipulación― que acabes haciendo algo que no quieres hacer y te sientes incapaz de negarte a hacerlo, intelectualizando y justificando de mil maneras tu sometimiento.
  • Si tu pareja te produce inseguridad, miedo, emociones intensas injustificadas, un apego o un afecto que no tiene justificación, una ternura que se contradice con la realidad de sus actuaciones.
  • Si a su lado te sientes poca cosa, inútil, tonta, mala persona y antes no te sentías así.
  • Si has desarrollado baja autoestima, depresión, ansiedad, fobias y no eras así antes de entrar en la relación.

Estás siendo víctima de un acoso psicológico, y no puedes salir sin ayuda.

Mi recomendación es que acudas a una terapia o un acompañamiento YA, para trabajar todo esto. Es muy difícil cortar y ser firme en la decisión. Otra recomendación es que escribas en un papel TODO LO QUE TE HACE SENTIR MAL y te obligues a leerlo para cambiarlo. PROTÉGETE. Saldrás de esto más fuerte, seguro que sí.

mirales.esTe recomiendo que leas mi libro, Tu corazón no está bien de la cabeza, un manual sobre relaciones tóxicas y formas de salir de ellas. Estoy segura de que puede ayudarte, pues si no, no lo habría escrito.

No puedes amar ni dejar que te amen si no te amas a ti misma. Para ser feliz con alguien, primero debes ser capaz de ser feliz tú sola. La vida está llena de historias, de accidentes, de incidentes, de situaciones que te marcan. Es inevitable, pasan cosas que te hieren, y si no las curas las heridas siguen ahí.

Ahora tienes la oportunidad de embarcarte en la relación más excitante que hayas tenido jamás, con una persona fascinante: tú misma. Sé que no será fácil, hay días muy duros, pero el resultado merecerá la pena. Ningún premio es más goloso que el privilegio de llegar a ser, finalmente, tú misma.


http://www.mirales.es/sociedad-activismo/maltrato-entre-lesbianas-la-violencia-invisible/



Violencia entre Lesbianas – Parte 1

Roxy Lopez

Roxy Lopez

Publicado el 9 jun. 2014

( Lesbianas serias, seguras y enamoradas) Es muy grave los hechos de violencia que encontramos dentro de la comunidades LGTB, en este caso hacemos referencia a las parejas de lesbianas, Tomemos conciencia a la hora de conocer a alguien. No seamos victimas de sus miedos, Porque nos convertiremos en cómplices de nuestro dolor, humillación y decepción. Si no te animas a hacer la denuncia correspondiente a las autoridades policiales, aléjate lo que mas puedas de quien te hace daño. Pide ayuda a quien mas confianza tengas. Pero no te quedes allí en silencio. Te esta matando de a poco.
Face:www.facebook.com/ro.lopez.7902
Pagina:www.facebook.com/pages/Lesbianas-­Serias-Seguras-y-Enamoradas/651866168218­774?ref=hl
Grupo:www.facebook.com/pages/Lesbianas-S­erias-Seguras-y-Enamoradas

 


Life Violence And Lesbian XXX Women , Documentary new

 



Lesbian domestic violence (Girls Just Don’t Do That novel/movie)

Natalie Simone

Natalie Simone

Publicado el 18 mar. 2014

Visit http://www.nataliesimone.org (Book available on Amazon.com)
Scene from Natalie Simone’s Trailer for Girl’s Just Don’t Do That. Produced by Area1 Entertainment and Perfect Muse Productions.

 

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  1. […] Para mayor información sobre estas estadísticas les invito a visitar esta página: https://ifvmes.wordpress.com/2015/05/19/estadstica-de-violencia-en-parejas-homosexuales-gays-y-lesbi… […]

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